Estudio de la Facultad de Ciencias Forestales y Recursos Naturales de la UACh investiga daños y pérdidas en cultivos en Los Ríos con miras a compatibilizar producción y conservación.
Pérdidas en sus cultivos a causa del consumo de semillas por parte del loro choroy (Enicognathus leptorhynchus) están experimentando los productores de leche y ganadería en diversas regiones de nuestro país. En Los Ríos en particular, esta especie nativa ha generado pérdidas que obligan a productores a tomar diversas medidas para mitigarlas. La escasez de información sobre cuán significativo es este problema llevó a un joven investigador de la Universidad Austral de Chile a estudiar este tema. Se trata de Javier Godoy-Güinao, que cursa el Doctorado en Ecosistemas Forestales y Recursos Naturales en la UACh.
*Leer artículo en Campo Sureño en este enlace.
En este estudio, Godoy ha visitado más de 60 predios durante dos años de estudio en Los Ríos, comprobando efectivamente que una de las aves que más se alimenta en los cultivos es el loro choroy, una especie endémica de Chile, cuya categoría de conservación es preocupación menor. “Este problema se observa fácilmente desde Concepción hasta Puerto Montt, donde los loros consumen diversos cultivos -especialmente granos como el maíz. La mayoría de los productores sufre daños menores al 5% de la superficie sembrada, sin embargo, un porcentaje menor de productores sufre daños mayores, lo que en términos económicos impacta muy fuerte la producción”, afirmó el Ingeniero en Conservación de Recursos Naturales, quien trabajó en un 80% con productores de la cadena lechera.
Hay que considerar que un tercio de la leche que se produce en el país proviene de la región de Los Ríos, siendo el maíz forrajero uno de los alimentos clave en la dieta del ganado bovino-lechero, es decir, existe una cadena que se ve impactada por el consumo de semillas que realizan estas aves. En cifras, el profesional indica que, según la literatura, sobre un 5% de pérdida se considera un daño significativo; en los casos más extremos analizados en este estudio, los productores de la Región han experimentado daños de un 15%, 30% y hasta un 50% de la superficie de maíz sembrada.
“El costo completo de una hectárea de maíz forrajero es muy alto, alrededor de 1,8 millón de pesos por ha, entonces estamos hablando de varios millones en pérdidas, y hasta el momento no hay soluciones concretas que se hayan evaluado para que los productores puedan aplicar”, señaló.
La idea de este trabajo es cuantificar los costos, las pérdidas y – se espera que a través de un proyecto futuro- tomar acciones, para probar y aplicar medidas eficaces para abordar el problema. “En estos momentos estamos trabajando para saber cuánto, dónde y quiénes pierden, además de conocer qué medidas utilizan. Esto es importante de conocer, ya que, por ejemplo, si como productor pierde un millón de pesos, yo no puedo llevar una propuesta cuyo costo sea más elevado. Las alternativas para abordar el problema deben ser costo/eficientes”, enfatizó.

Para el estudio de la presencia de loros en los cultivos, el profesional incorporó un componente bioacústico: 30 equipos que registraron las vocalizaciones de las aves en los predios. “Estos equipos son unidades que se usan para muestrear una gran variedad de especies como, por ejemplo, aves, anfibios o murciélagos, registrando de manera autónoma y por largos períodos de tiempo las vocalizaciones que éstos emiten. Así podemos saber cuánto tiempo estuvieron los loros en los cultivos, a qué hora y si los cultivos donde pasaron más tiempo poseen un mayor daño”, explicó.
Por otro lado, Javier Godoy estudia otra línea desde el aspecto humano, intentando predecir el comportamiento que tendrán los productores frente a los loros, tratando de entender qué factores desencadenan los comportamientos que adoptan los productores en este contexto, considerando al mismo tiempo lo sensible que resulta el tema para la sociedad.
Influencia del paisaje
Un aspecto muy relevante a la hora de diagnosticar y predecir zonas con alta probabilidad de daños, y también de pensar en medidas de mitigación, es considerar factores del paisaje y factores asociados al manejo que realizan los productores en sus predios, es decir, qué aspectos influyen en la presencia de loros en los predios y en el daño que podrían generar en el futuro.
Aquí estudian, por ejemplo, si la distancia entre el bosque y los cultivos es un buen predictor del daño. “Los loros son aves de bosque, nidifican en árboles grandes y consumen en cultivos nativos, pero también en este otro tipo de cultivos que están disponibles y son de fácil acceso para ellos. Así podremos saber cuál de los factores de paisaje y del manejo de los predios hace que sea más favorables para la llegada de los loros a las siembras”.
Otro punto importante es la presencia de árboles dentro de los cultivos, lo cual es aprovechado por los loros, los que se posan y bajan fácilmente a alimentarse. Las cortinas de árboles al borde del cultivo también se consideran un factor importante para la presencia de loros. “Muchas veces en otros lugares del mundo esto es un buen predictor de daño. Pude comprobar en nuestro estudio que el daño por loros es mayor en los bordes que en el centro de los potreros”, afirmó.

A estos factores se suma la densidad de la siembra y un set de variables que pueden ayudar a predecir si los loros llegarán al cultivo, y el potencial daño que podrían generar, lo cual estamos evaluando en nuestros análisis.
El problema es complejo, pues tenemos una especie nativa que está consumiendo un cultivo que es de interés productivo regional y nacional, y cuyos productores necesitan respuestas que no han podido obtener. Este estudio entonces entregará las bases para comenzar a comprender el problema desde una perspectiva científica/técnica.
Otros casos en el mundo
En el reciente Encuentro Trinacional de Ecología en el cual Godoy participó, se presentaron distintas experiencias similares en Uruguay y Argentina, donde también se genera este conflicto en la interacción entre productores y vida silvestre. “En ningún caso se prevé que esta tendencia va a disminuir, al contrario, seguirá intensificándose. ¿Por qué? Porque los productores siguen produciendo, ya que es parte de la demanda humana, y las poblaciones de animales silvestres se ven subsidiadas por estos cultivos. Las opciones de manejo son difíciles de proveer y evaluar, por lo que, si no abordamos el problema de una manera seria e incorporando todos los aspectos relacionados al tema, más tiempo demoraremos en encontrar soluciones que sean y efectivas y costo/eficientes”, explicó el Ingeniero en Conservación de Recursos Naturales.
En otras zonas del país, como en la zona central, específicamente en la región de O’Higgins, el problema también existe, con la diferencia que aquí son los loros tricahue quienes consumen cultivos de frutos secos, como nueces y almendros, con fuertes impactos económicos. Sucede lo mismo en Argentina, por ejemplo, en San Juan, con loro Tricahue y cultivos de pistachos. Si cambiamos de taxa, carnívoros como pumas y zorros también presentan interacciones negativas con los productores ganaderos, y el problema se complica aún más.
“Esta dimensión de daños y conflictos entre personas y fauna silvestre es importante para la producción y para la conservación de las especies de fauna vinculadas en los daños, por lo que, mientras antes podamos abordarla, antes podremos contribuir a que productores continúen con sus funciones, pero también la vida silvestre, y que ambos puedan coexistir en ambientes compartidos”.